Monday, November 20, 2017

Amar o no amar... Esa es la decisión...

El amor no es una cosa que aparece de la nada, aunque algunas veces se nos presente y se nos dé de forma natural. Es una decisión, y como tal, es necesario replantearla día con día. Porque hay decisiones de las cuales nos arrepentimos con el tiempo, que cambian debido al cambio de prioridades y necesidades. Hay veces que olvidamos las  decisiones que tomamos. A veces dejamos de observar que es esa decisión la que mantiene alguna necesidad satisfecha, entonces la dejamos, solo para volver al punto de partida. Por eso es que dice el dicho que "nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido".
El amor es un contrato, con reglas, derechos y obligaciones. No siempre somos concientes de ello, y a veces, aplican para uno mismo, aunque no nos demos cuenta. Es cuando faltamos a esas reglas y obligaciones, renunciamos a esos derechos, que nos sentimos con un cargo de conciencia. Decimos amar muchas cosas y cuando realmente amamos, tomamos la decisión de aceptar esas reglas. Si amamos la música, le somos fieles, si amamos nuestra familia, les somos fieles, fieles a qué? A esas reglas que nosotros mismos, inconcientemente, nos fijamos como un control, para no perdernos, fijamos limites, para no sobre pasarlos. Dicen que todos los extremos son malos, y el diablo se esconde en esos límites. Eso no implica que puedas romper y hacer un nuevo contrato cuando sientes que tendrás mayores beneficios, pero eso tendrá sus consecuencias, como todo.
A toda acción hay inevitablemente una reacción. Toda decisión es una acción, incluso si esa decisión es no hacer nada. Eso quiere decir que toda acción tiene reglas y sobre todo, consecuencias.
El amor, al ser una decisión, es una acción y tiene reglas, aunque no seamos conciente de ellas. Cuando hay una acción, la reacción recae sobre aquello que accionamos, pero también se nos puede ser regresado. Pensarás que es estúpido, pero recuerda que esto son leyes universales, y aplican en todo, no sólo en lo físico y tangible, sino en lo intangible, y en lo que no podemos ver.
Hay veces que el contrato llega a ser "injusto" para nosotros, pero si decidimos aceptarlo, decidimos aceptar las reglas y todas las consecuencias que conlleva. Eso quiere decir que no estamos exentos a equivocarnos, y tenemos la necesidad de replantear nuestras decisiones. Tampoco quiere decir que nos arrepentimos de nuestras decisiones, simplemente buscamos un contrato que sentimos nos sea más justo. Pero en todos los casos, es común que no leamos lo que viene en letras chiquitas.

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